miércoles, 25 de mayo de 2011

Señales



    Escuchar las señales que nos envían las diferentes partes del yo para muchos de nosotros es una tarea agotadora. No queremos escuchar los avisos, ver lo que pasa, sentir incomodidad en determinadas situaciones. Simplemente queremos que todo siga igual o que cambie pero sin nuestra intervención. No queremos tener nada que ver con nosotros. Lo digo así, porque todo lo que nos pasa, y a nuestros familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo, tiene que ver con nosotros. Quizás no en la totalidad de nuestros ámbitos pero todos tenemos alguno asunto del que no queremos saber nada. Reconozcámoslo, no nos gusta que nos corrijan, sobre todo al principio. ¿Cuál es el principio?  Se diría que el principio es cuando nacemos. No. Podría ser, pero para la mayoría, mucha mayoría, no. Puede haber pasado mucho tiempo desde entonces. El principio es cuando vemos, sentimos, sabemos, que no podemos seguir así.

    ¿Cómo es “así”? Así es DESCONECTADOS. Desconectados de nuestras emociones, de nuestras necesidades físicas, sin conciencia de nuestra espiritualidad, con mentalidad ¿infantil? ¿cerrada? ¿confusa? Llegamos al principio cuando queremos corregir, sanar, lo que no funciona, duele, limita, de tal modo, tan alto, que escuchamos, vemos y sentimos las señales. La quiebra financiera, la desunión de la familia, la enfermedad son los ámbitos que nos dicen cómo estamos. Con facilidad olvidamos aquella parte que más nos duele. No tener tiempo, estar demasiado agraviado, no tener vitalidad, son algunas de los puntos en los que damos el giro de 180º para no enfrentar las situaciones incómodas, dolorosas, agotadoras. Pero lo que no va bien no se va, no desaparece. Nos limita cada vez más haciendo terrible el día a día. El “todo pasa” es cierto, si dejamos espacio, si nos permitimos sentir el dolor, la frustración, la pena, el odio, los celos, lo que sea que sintamos, y lo gestionamos. Hay ocasiones en que podemos nosotros solitos, como niños mayores, y otras en las que hemos de acudir a un sanador, un médico, psicólogo. Al que toque.
 
    Para explicar que las señales se han de atender se me ocurre un ejemplo sencillo en el que la palabra catarro puede sustituirse por lo que sea que nos acontezca. Entender que un catarro común simplemente hay que pasarlo, dejar al cuerpo que se reorganice, parece que es pedir mucho. Por supuesto que es incómodo que nos gotee la nariz, que sintamos la cabeza metida en una caja, incluida la fiebre, unas décimas, pero ¡es lo que hace el cuerpo para curarse a sí mismo, para recuperar la unidad! No queremos mocos, ni dolor de cabeza, ni fiebre.
    Cuando discutimos con alguien  amado tampoco queremos los gritos, acusaciones y demás, la separatividad se hace muy dura. Pero miremos las señales, ellas nos hablarán sobre cómo lo hemos afrontado, si hemos dañado gratuitamente o si han sido injustos con nosotros. Por descontado necesitamos perdonar al "supuesto" contrario y a nosotros mismos, reconciliarnos, pues esto sería como guardar reposo en caso de enfermedad.
    Tanto el catarro como la discusión, tan cotidianos, nos dan la oportunidad de ser adultos y hacer lo que hay que hacer, aunque no nos guste, sabiendo por nosotros mismos qué necesitamos. Sabemos que un catarro mal curado y una discusión no aclarada, nos puede llevar al desastre. 
    ¿Puede ser cierto que no queramos tener nada que ver con nosotros? Somos los primeros que vivimos nuestras acciones, en primera persona. El principio puede ser algo arduo pero el esfuerzo de vivir conscientemente nos evita sinsabores peores.
    Somos una “máquina” perfecta pero hemos de hacer caso a las señales para darnos cuenta de cuando necesitamos ayuda, es decir, de cuando hay que llevar a nuestro vehículo, nuestro organsimo, a reparar. Es curioso que a nuestro coche le llevamos a puestas a punto para reajustar su eficacia y a nuestra vida en muchas ocasiones no le hacemos caso ni cuando pide ayuda a gritos.

Kinesiología holística

     La kinesiología es un sistema de comunicación entre el terapeuta y el consultante. Es un test muscular, en el que la respuesta es débil o fuerte, equilibrio o desequilibrio, pudiendo encontrar qué es lo que necesita el organismo y aplicarlo para restablecer la salud.

Test del reflejo del brazo
    El camino a seguir lo marcarán las respuestas. Es el organismo del paciente el que guía al terapeuta de forma eficaz. El terapeuta kinesiólogo utiliza un abanico de disciplinas para restablecer el equilibrio. Las disciplinas variarán de un terapeuta a otro: Flores del Dr. Bach, complementos nutricionales, puntos reflejos, homeopatía, acupuntura, color, sonido, osteopatía… Hay infinitas combinaciones, tantas como terapeutas que se dediquen a esta disciplina.

    En las sesiones de “kine” se corrigen estados no deseados que incluyen elementos físicos, químicos, sutiles, eléctricos, electromagnéticos, psicológicos... Pueden muy bien estar representados todos los grupos que he enumerado. Estos grupos son llamados cuerpos: cuerpo físico, cuerpo sutil, cuerpo psicológico, cuerpo eléctrico,  cuerpo electromagnético, cuerpo químico. Nosotros nos miramos en un espejo y vemos nuestro cuerpo físico: piel, pelo, estatura, complexión… Pero por mucho que miremos en el espejo no encontraremos los canales de acupuntura o las moléculas de nutrientes que están circulando por el torrente sanguíneo, o los pensamientos y emociones que nos acompañan, a veces tan intensamente, o las vivencias pasadas que nos han marcado de manera tal que no nos dejan atravesar determinado umbral en el presente. Sólo podemos ver reflejados, o sentir, sus efectos en nuestro cuerpo físico y en nuestro comportamiento.
 
     Con la “kine” podemos saber qué está pidiendo ayuda para cumplir su tarea y cómo aportar esa ayuda, en cualquiera de los cuerpos que nos componen a cada uno de nosotros. Interesante ¿no?
Como he dicho, el organismo del paciente es el que marca el ritmo. Puede ser que él acuda al terapeuta por una serie de síntomas, pero que se quede con algunos de ellos por el momento. No es un despropósito. El cuerpo nos dirá qué es lo que es pertinente corregir sin infringir daño alguno, sin efectos nocivos, dando permiso para tratar unos y otros no, bien porque él mismo lo equilibrará más adelante o bien porque tratar eso nos lleve a una situación peor. Enfermar es un proceso y restablecer la salud es desandar ese camino. La enfermedad ha de ir hacia fuera, lo contrario es como guardar nuestra basura en dentro de nuestro hogar, llegaría un momento que sería inhabitable. Con la “kine” no se corta el proceso, se invierte, se desanda el camino, incluyendo la totalidad de nuestro ser. En los procesos, tanto de enfermedad como de salud, intervienen muchos factores y para sanar una situación necesitan ser tratados todos esos factores.
   
     Restablecer el equilibrio puede incluir tratamiento por vía oral, como flores de Bach, esencias minerales, complementos nutricionales -minerales, vitaminas, aminoácidos-, la “kine” nos permite ajustar cual de ellas, qué dosis, el momento óptimo de ingesta y por cuanto tiempo. 

Efectos de los tratamientos

 

    Los efectos de los tratamientos que realizo a veces pueden desconcertar, pues al tratar la totalidad de ser pueden incluir cambios emocionales, mentales, físicos y espirituales. La mayor parte de las personas a las que trato quieren acercarse a una vida más equilibrada y, aún teniendo una visión amplia, se asombran de que en la curación intervienen todos los cuerpos: físico, emocional, mental y espiritual. Hay cambios que se pueden observar desde el primer momento y resultan altamente satisfactorios y otros en los que nos daremos cuenta más tarde o mucho más tarde, de modo que quizás no lo relacionarán con nuestro encuentro. A todos no les pasa igual, para cada uno es diferente.

 

    Un cambio mental puede ser difícil de observar. El cambio se ha producido pero parece no haber pasado nada. Sólo cuando se presenta la oportunidad de la respuesta actualizada quizás lo veamos. Por eso ese tipo avance lo percibimos después de responder.  Se ha de presentar la escena conflictiva de forma natural, como es la vida. La respuesta actualizada, consciente, se desarrolla sin esfuerzo. La educación que hemos recibido para esforzarnos por todo puede hacer que pase desapercibido el logro. El pensar que no ha cambiado nada puede hacer que no apreciemos la realidad del cambio. Puede pasar bastante tiempo antes de que nos demos cuenta de que el cambio tan ansiado se está llevando a cabo todos los días, cada vez que respondemos a esa situación.
 
    En el ámbito espiritual, la cosa cambia. Quizás lo que se vive como un problema no lo llamaríamos conflicto espiritual y muchas veces acudimos a la consulta de sanadores por señales que no pensamos ni por un momento que estén relacionadas con la espiritualidad. Se palpa algo que no podemos atrapar, no podemos definir. En el mismo momento en que se libera un  conflicto espiritual podemos sentir que respiramos mejor, estamos menos “pesados”, tenemos mayor movilidad… Me gustaría resaltar aquí cómo todos los cuerpos están conectados. Me maravilla cada vez que presencio un desbloqueo espiritual la de adjetivos físicos y emocionales que pueden llegar a describirme.



    En lo emocional el cambio se traduce en mayor alegría interior, más satisfacción, más tranquilidad una vez se ha producido la liberación de la emoción reprimida. Recogemos las fuerzas que estaban dispersas y así afrontamos lo que hay que vivir. Si hace mucho que no dialogamos con nosotros mismos es posible que sintamos que se abre "La caja de Pandora", y que nos sintamos abrumados por el dolor, a veces ira, a veces tristeza a veces miedo. Las emociones son las que nos guían a la hora de tomar decisiones, si no las dejamos espacio para que nos hablen pueden complicarnos mucho la vida. Dejar espacio a las emociones significa vivirlas, pasar por ellas. Esa caja hay que abrirla si queremos vivir conscientemente. Hemos de dejar salir de forma responsable todo lo que nos hemos guardado, sin causar daño gratuitamente.

    El cuerpo físico es el receptáculo palpable de los cambios que se han producido en los demás cuerpos. Digerimos mejor, eliminamos toxinas, la circulación se activa y el sistema linfático nos defiende, nos sentimos más vitales, los problemas de piel desaparecen.


    La conexión entre los distintos planos es real, lo que acontece en uno tiene su reflejo en el otro. Cuando acudimos a un  sanador le explicamos todo lo que nos pasa, o sería preferible que así lo hiciéramos. 

    Como ya dije nuestra personalidad no elige qué sanamos, se cura lo que es prioritario, lo que está listo o es urgente desde la óptica de la vida no de lo que nos estorba.

   Se consigue ese ansiado equilibrio de energías que nos aporta justo lo necesario en en momento adecuado.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Sobre Reiki

    La palabra Reiki viene del japonés y viene a significar energía universal, prana para los hindúes, chi para los chinos. Nosotros no tenemos una única palabra para describir el flujo de vida que nos “hace funcionar”. Este flujo de energía es siempre saludable, es la bocanada de aire fresco, un chapuzón durante el calor del verano, un sueño reparador.
    
     Cuando me preguntan qué es el Reiki, no sé cómo responder.  Y es que es difícil trasmitir que una persona puede mejorar tu salud por la imposición de sus manos en tu cuerpo. Para algunas personas esta explicación sobrepasa cualquier expectativa. Y resulta que es la más sencilla. Esto sucede de manera sencilla, sin alharacas, sin disfraces ni aspavientos, a través de la vida espiritual que pueda generar el terapeuta de reiki. Es muy importante recordar que los terapeutas de reiki no sanamos a nadie, sino que despertamos la capacidad de conservar y generar buena salud que cada uno de nosotros ya posee en su interior. No es nuestra energía la que utilizamos sino la energía universal. Lo que hacemos es canalizar esa energía, que entra por nuestro chacra corona, y pasa a través de nuestras manos. Cuanto más nos conectamos con reiki, sea a través de la meditación específica para ello sea por autotratamiento o tratamiento a los demás, más firme y ancho es el canal, y las sanaciones en las que participamos son más efectivas.

    Todo el mundo que quiera puede iniciarse en reiki. 

   Las personas que pudieran estar abiertas a iniciarse en reiki han de saber que es un modo de vida, que por supuesto no se impone, aunque, si la motivación es de corazón, genuina, se anhela. Reiki ayuda y promueve los cambios saludables en tu vida y en la vida de los seres que te rodean. Suena bien ¿verdad? Supone perseverancia. No se avanza como, cuando y en lo que tú quieres. Tu personalidad no marca el ritmo.
    

    La palabra reiki viene a significar “corriente de vida”, y es la que nos pone por delante los temas con los que hemos de lidiar. Generalmente no nos educan para conocernos a nosotros mismos, a compartir, a ceder protagonismo, a apreciar el bien común por encima del personal, a perdonar… Con la práctica del reiki son este tipo de “asuntos” los que primero salen a la luz para ser transmutados y poder ayudar a los demás con más eficacia.  Esto no puede conducirnos al pesimismo, muy al contrario. Mi mayor alegría es poder decir que todo pasa, todo cambia, a su ritmo, sí. Un ritmo que es el tuyo, personal, sin comparación alguna. Se inicia un proceso de concienciación que tanta falta nos hace a todos, a cada uno desde el punto donde está. Cuanto más reiki te das y das a los demás, más se expande tu conciencia, y con ello tu potencia, y puedes ayudar más y mejor.  
    
    Las dudas que puedan asaltarte también eran las mías. Pero si sientes la llamada  puedo decirte que sólo con la práctica llega el conocimiento, no sólo con la iniciación de los diferentes niveles. La práctica es la que nos da resultados en los tratamientos.
    Si lo que deseas es recibir reiki, entrevístate primero con el terapeuta, si es que no lo conoces ya, y decide después. Estar iniciado en cualquiera de los niveles, incluido el de maestría, no otorga más capacidad si no hay práctica continuada y revisión personal profunda por parte del terapeuta.

viernes, 6 de mayo de 2011

Reflexología Podal


    Los orígenes de la reflexología podal hemos de buscarlos en nuestros antepasados (chinos e indios americanos, según distintas fuentes de información) y se basa en que todo nuestro cuerpo está reflejado en el pie, la mayoría de nuestros órganos, más concretamente en las plantas, en puntos localizados. 

     
    Las diferentes técnicas de masaje para cada punto específico despiertan o tranquilizan la actividad de cada órgano, ajustando el equilibrio y aportando armonía a nuestra actividad vital, no sólo física si no también mental y psicológica. Tratar los puntos reflejos del pie hace que resuene todo nuestro cuerpo, de los pies a la cabeza. Es una invitación a que cada una de las células que hace que seamos nosotros, funcione de la mejor manera.

    
    Los beneficios de estos tratamientos van desde una mayor tranquilidad mental a solucionar el estreñimiento, de mejorar digestiones pesadas a aumentar las defensas de nuestro organismo, resuelve la retención de líquidos y por eso mismo regula la tensión arterial. Activa la circulación sanguínea, linfática y energética llevando mejor movilidad a las articulaciones, incluidas las vertebrales. Mejora el insomnio, aumenta las defensas, desintoxica. Colabora mejorando los síntomas de cualquier patología.


    Mediante el masajeo del pie se induce un estado de relajación profunda que permite que nuestro organismo, como un todo, ejecute los cambios necesarios para restablecer el equilibrio vital.

    Porque la mente influye en el organismo y el organismo influye en la mente, podemos apreciar cómo una digestión pesada, con gases, reflujo, ardores,…, no permite pensar con claridad. Por el contrario sucede que la tensión, emocional y mental, hace que las digestiones sean de lo más molestas.

    
    Los efectos son palpables en la mayoría de los casos en la primera sesión, aunque hay personas que necesitan algunas más para constatar la mejoría, depende de lo intoxicado que llegue a estar el cuerpo. Algunos medicamentos, muchos años de malos hábitos o condiciones ambientales adversas empeoran nuestra capacidad de respuesta. Si el tratamiento es completo, diez sesiones, los efectos son de larga duración. ¿Cómo lo sé? Porque las personas a las que he tratado que tenían el sistema inmune debilitado han logrado resistir por muchos meses, y hasta más de un año, sin un solo resfriado.

     La conexión que existe entre el tratamiento realizado y los efectos derivados del mismo pasan desapercibidos en muchos casos, quizás porque resulta asombroso que masajeando puntos específicos en los pies se produzcan mejoras o por falta de atención o por incredulidad o quizás porque nos sentimos con derecho a disfrutar de buena salud a pesar de que a veces no ponemos de nuestra parte.