Luces y Sombras... Toda persona, situación y objeto posee ambas; es así: hay una parte que al haber luz queda en sombra, que al mirar de frente queda oculta. Es la ley de Polaridad que rige en todo nuestro Universo. Todo tiene su cara y su cruz, sus ventajas e inconvenientes, aspectos positivos y negativos, favorables y desfavorables. Integrar la Sombra en la vida cotidiana por elección consciente es una tarea de por vida. Y esa elección personal depende de en qué nivel de conciencia te muevas y de tu programa vital y ancestral.
¿Cómo nos vamos a animar a abrazar nuestra sombra si la percibimos como un monstruo, algo en lo que nos hemos de esforzar mucho porque es terrible, maloliente, putrefacta y malintencionada?
Puede que sea la idea que me formé yo por mis propios programas cuando inicié esta andadura de vivir con consciencia y sea mi necesidad de aclarar este punto el motivo de escribir sobre esto. O no. Puede que esté percibiendo una forma de estar en el mundo que ha de cambiar si queremos ser felices, que es a lo que hemos venido a la Tierra. Ser felices aportando nuestro granito, siendo nosotros, aceptando lo que a nuestro juicio es menos bonito, aceptable.
Como depende de nuestro juicio, de la percepción de cada uno de nosotros, la Sombra de cada uno es única, exclusiva. Iremos descubriendo en el camino una detrás de otra, no literalmente, si no en diferentes asuntos que van surgiendo con el paso de las experiencias. Nuestro juicio, o parecer, o creencias, están condicionas por lo aprendido en la infancia, lo asimilado en la gestación, lo que sentían nuestros progenitores en el momento de nuestra concepción, lo que ellos aprendieron de sus padres, la sociedad donde existimos, lo acontecido históricamente, el territorio en el que ha ocurrido todo eso.
Tarea profunda y extensa. También ardua porque, aunque sean dones lo que nuestra Sombra abarca, lo percibimos como obstáculos. En lugar de observar lo que hay en nuestra Sombra, de verlo de forma neutra, como una característica, lo percibimos como algo inconfesable que hemos de seguir ocultando, o como algo que aún siendo valioso y con poder de aportar bienestar pensamos que será desdeñado y nosotros junto con esa característica.
¿Qué hay en nuestra sombra? Junto con ese don hay miedos, rencores, vergüenza, rabia, pena, desvalorización, inadecuación, abandono, abusos, dependencias, traición...
El caso es que sin nuestra Sombra no estamos completos y que nos acompaña siempre. Asoma su linda cabecita siempre, aunque no seamos conscientes. Si la miramos sin juicio y pasamos por las emociones que la acompañan, aceptaremos sus dones y sus retos y será menos traumático el encuentro con el Otro y con nuestros proyectos vitales.
La Sombra asoma su linda cabecita cuando no se la tiene o no se la ha tenido en cuenta.
Linda cabecita, sí. Es en lo que se convierte cuando le damos la ocasión de asistirnos, de intervenir y conscientemente seguimos las pistas y señales que nos envía, Es así como sanamos la situación que provoca su salida al escenario, que seguro es un deseo del alma o del corazón.